Salgamos al campo, ya llueva o haga frío

Es indudable que salir al campo con los más pequeños de la casa ofrece innumerables beneficios. Los más mayores lo podemos usar como una oportunidad para ofrecer tiempo de calidad a la familia, como un momento de conexión con nosotros y con nuestro entorno, y como una oportunidad para poder relajarnos. A su vez, los más pequeños lo podrán usar como un momento de aprendizaje, de exploración y de superación.

Ahora bien, ¿Cualquier momento es bueno para salir al campo? La respuesta es sí. Un proverbio noruego dice: “No existe mal tiempo, sólo ropa inapropiada”, y deberíamos tomarnos un tiempo para recapacitar sobre esto. Puede ser que en algún momento hayamos pensado que el clima no era propicio para salir a dar una vuelta, quizá por miedo a que nuestros peques enfermen, y es que seguramente tengamos interiorizado que el frío hace que nos enfermemos. Nada más lejos de la realidad, enfermamos por los virus. De hecho, salir al campo (independientemente del clima) hará que los pequeños estén expuestos a bacterias, parásitos y virus saludables que les ayudarán a crear un sistema inmunitario mucho más fuerte.

Cuando salimos al campo exponemos a los niños a situaciones nuevas que les ayudan a adaptarse mejor a las condiciones. A nivel motor, jugar en superficies desiguales les ayudará a mejorar su coordinación y su equilibrio, lo que, a su vez, fortalecerá la seguridad en sí mismo y en sus movimientos. Su desarrollo cognitivo también se verá favorecido, pues es una manera de mejorar su concentración ya que observarán e investigarán los fenómenos de su entorno y el comportamiento de otros seres vivos. Y, por supuesto, a nivel creativo favorecerá su imaginación, puesto que los niños no conocerán el entorno en el que se encuentran y tendrán que investigar para poder jugar, esto los llevará a usar materiales de la naturaleza como objetos para sus juegos (frutos, ramas, piedras, etc.).

Salir al campo con mal tiempo puede ofrecer muchas ventajas, sobre todo a nuestros niños que están en una etapa de aprendizaje y descubrimiento. Observar el mismo paisaje con diferentes climas será una oportunidad de explorar y de aprender. Descubrir la diferencia, por ejemplo, de la arena seca a la arena mojada, ver como salen los caracoles con la lluvia, o como flotan las hojas en los charcos, … servirá para que los niños interioricen el paso del tiempo y de las estaciones, y lo mejor de todo es que este aprendizaje será vivencial y sensorial, con lo cual será también mucho más significativo.

Así que, no hay excusa. Ya sea un día soleado, esté lloviendo, nevando o haga viento… ¡Salgamos al campo y disfrutemos de la naturaleza!

Este sitio Web utiliza cookies, tanto propias como de terceros para facilitar la navegación y para recopilar información estadística sobre su navegación. Para continuar tiene que aceptar su uso. Más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar